Sobre la muerte
El Conquistador.Oye, mi pequeño, no hay por qué temer a la sombra
porque nos recuerda que es sombra de luz. Oye bien, mi
chiquito, mi quetzal, no temas de la muerte porque ella
nunca nos toca: mientras tenemos la vida, la muerte nos
es ajena. Y cuando ella llega, ya no estamos ahí para recibirla.
Exilio
EXILIOEsta manía de saberme ángel,sin edad,sin muerte en qué vivirme,sin piedad por mi nombreni por mis huesos que lloran vagando.¿Y quién no tiene un amor?¿Y quién no goza entre amapolas?¿Y quién no posee un fuego, una muerte,un miedo, algo horrible,aunque fuere con plumas,aunque fuere con sonrisas?Siniestro delirio amar a una sombra.La sombra no muere.Y mi amorsólo abraza a lo que fluyecomo lava del infierno:una logia callada,fantasmas en dulce erección,sacerdotes de espuma,y sobre todo ángeles,ángeles bellos como cuchillosque se elevan en la nochey devastan la esperanza.A.P.
Día del amigo
De solo escribirlo me vomité encima.Pensaste alguna vez cuales son tus amigo? AMIGOS... con mayúscula, esos que te acompañaron en las malas o en las aún peores que malas. Uno, dos... si Scioli se puso a contarlos y de terminó arrancando la mano. En las buenas están todos, quien no va a jodas, a festicholas o a repartos de felicidades varias.Ayer fuí a San Luis con mi amigo el Pulpo, y llegamos al restaurant donde obviamente, "Los Amigos" ( amigos de otros no nuestros) se reunirían en cantidades para festejar que le verían nuevamente la cara a ese "amigo" que no lo llamó en el último lustro. -Tienen reserva? dijo el alcahuete de turno.-No, pero odio el día del amigo y quiero comer tempranito para no soportar hipocresiás ajenas.Me miró con una cara que no supe si era de pena por la falta de más compañias o de envidia porque pensaba lo mismo ( pero no me lo dijo).-Pueden sentarse en esta mesa de 14 pero se deben ir antes de las 22.30 que llegan los que sí reservaron.Estabamos frente a frente con El Pulpo y le propuse que a nuestro costado, sentemos a todos los soretes que tuvimos o tenemos a nuestro lado y que dicen ser amigos. Solo 6 sillas de cada lado y para cada uno. Que facil es llenar sillas de garcas. Abrimos una botella de tinto, brindamos por nosotros y pensamos en crear un postre para regalar en esta fecha. Claro que sí, así se llama Hipocresía. Pero no es para cualquier día, no. Solamente para regalar a esos amigos que vos sabes, que yo se, que por suerte, nos hacen ver, que en el mundo todavía, nos rodea gente de mierda.
Día del Padre del 2005
Germán.Un recuerdo a 10 años.AM.
FRASES DIARIAS
1 ES LO QUE HAY2 HAY DE TODO3 ES MAS DE LO QUE ABUNDA4 EN LA FRANCESA NO HAY DESCUENTO5 A LOS AMIGOS NO SE LES COBRA, SE HACE POR REINTEGRO6 LO CORTEZ NO QUITA LO CALIENTE7 CON TODAS NO SE PUEDE8 NUNCA DIGAS NUNCA9 ESTE LE TOMA LA LECHE AL GATO10 SE TE PIANTÓ LA TORTUGA11 QUE QUERES POR 5 MANGOS ,LANGOSTINOS?12 Y BOCA CON QUIEN JUEGA?13 INSERT COIN14 NUNCA LO HICE NI LO VOLVERE A HACER15 PERO NO DE TU BRAGUETA16 HAY QUE VER17 Y DALE CON PERNIA18 DE PASO CAÑAZO19 SEGUI PARTICIPANDO20 HAY UNA TENSA CALMA21 JUSTO SE ME TERMINÓ22 NO SIEMPRE UN ANTIFAZ ESCONDE UN BANDIDO23 CHUPÁ TRANQUILA QUE YO TE AVISO...SEGUIRÁ
Oxímoron
· Oxímoron. (Del gr. oxymoron). m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador. (Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) .
"En la figura que se llama oxímoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas, de un sol negro". ("El Zahir"; J. L. Borges)
AM.
El Zahir de Borges. ( abreviado )
En Buenos Aires el Zahir es una moneda común de veinte centavos; marcas de navaja o de cortaplumas rayan las letras N T y el número dos. Hoy es el trece de noviembre; el día siete de junio, a la madrugada llegó a mis manos el Zahir; no soy el que era entonces pero aún me es dado recordar; y acaso referir, lo ocurrido. Aún, siquiera parcialmente, soy Borges. Serían las dos de la mañana cuando salí. Afuera, las previstas hileras de casas bajas y de casas de un piso habían tornado ese aire abstracto que suelen tomar en la noche, cuando la sombra y el silencio las simplifican. Ebrio de una piedad cas impersonal, caminé por las calles. En la esquina de Chile y de Tacurí viEn la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de luz oscura, los alquimistas, de un sol negro. Salir de mi última visita a Teodelina Villar y tomar una caña en un almacén era una especie de oxímoron; su grosería y su facilidad me tentaron. (La circunstancia de que se jugara a los naipes aumentaba el contraste.) Pedí una caña de naranja; en el vuelto me dieron el Zahir; lo miré un instante; salí a la calle tal vez con un principio de fiebre. Pensé que no hay moneda que no sea símbolo de las monedas que sin fin resplandecen en la historia y la fábula. Un almacén abierto. En aquel almacén, para mí desdicha, tres hombres jugaban al truco. Como en un sueño, el pensamiento de que toda moneda permite esas iluestres connotaciones me pareció de vasta, aunque inexplicable, importancia. Recorrí, con creciente velocidad, las calles y las plazas desiertas. El cansancio me dejó en una esquina. Vi una sufrida verja de fierro; detrás vi las baldosas negras y blancas del atrio de la Concepción. Había errado en círculo; ahora estaba a una cuadra del almacén donde me dieron el Zahir. Doblé; la ochava oscura me indicó, desde lejos, que el almacén ya estaba cerrado. En la calle Belgrano tomé un taxímetro. Insomne, poseído, casi feliz, pensé que nada hay menos material que el dinero, ya que cualquier moneda (una moneda de veinte centavos, digamos) es, en rigor, un repertorio de futuros posibles. El dinero es abstracto, repetí, el dinero es tiempo futuro. Al otro día resolví que yo había estado ebrio. También resolví librarme de la moneda que tanto me inquietaba. La miré: nada tenía de particular, salvo unas rayaduras. Enterarla en el jardín o esconderla en un rincón de la biblioteca hubiera sido lo mejor, pero yo quería alejarme de su órbita. Preferí perderla. No fui al Pilar, esa mañana, ni al cementerio; fui, en subterráneo, a Constitución y de Constitución a San Juan y Boedo. Bajé impensadamente, en Urquiza; me dirigí aloeste y al sur; barajé, con desorden estudioso, unas cuantas esquinas y en una calle que me pareció igual a todas, entré en un boliche cualquiera, pedí una caña y la pagué con el Zahir. Entrecerré los ojos, detrás de los cristales ahumados; logré no ver los números de las casas ni el nombre de la calle. Esa noche, tomé una pastilla de veronal y dormí tranquilo. He dicho que la ejecución de esa fruslería (en cuyo decurso intercalé, seudoeruditamente, algún verso de la Fáfnismál) me permitió olvidar la moneda. Noches hubo en que me creí tan seguro de poder olvidarla que voluntariamente la recordaba.En aquel libro estaba declarado mi mal. Según el prólogo, el autor se propuso . La creencia en el Zahir es islámica y data, al parecer, del siglo XVIII. (Barlach impugna los pasajes que Zotenberg atribuye a Abulfeda.) Zahir, en árabe, quiere decir notorio, visible; en tal sentido, es uno de los noventa y nueve nombres de Dios; El tiempo, que atenúa los recuerdos, agrava el del Zahir. Antes yo me figuraba el anverso y después el reverso; ahora, veo simultáneamente los dos. Ello no ocurre como si fuera de cristal el Zahir, pues una cara no se superpone a la otra; más bien ocurre como si la visión fuera esférica y el Zahir campeara en el centro. Lo que no es el Zahir me llega tamizado y como lejano: la desdeñosa imagen de Teodelina, el dolor físico. Dijo Tennyson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo. Tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea, que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas. Antes de 1948, el destino de Julia me habrá alcanzado. Tendrán que alimentarme y vestirme, no sabré si es de tarde o de mañana, no sabré quién fue Borges. Calificar de terrible ese porvenir es una falacia, ya que ninguna de sus circunstancias obrará para mí. Tanto valdría mantener que es terrible el dolor de un anestesiado a quien le abren el cráneo. Ya no percibiré el universo, percibiré el Zahir. Según la doctrina idealista, los verbos vivir y soñar son rigurosamente sinónimos; de miles de apariencias pasaré a una; de un sueño muy complejo a unsueño muy simple. Otros soñarán que estoy loco y yo con el Zahir. Cuando todos los hombres de la tierra piensen, día y noche, en el Zahir, ¿cuál será un sueño y cuál una realdad, la tierra o el Zahir? En las horas desiertas de la noche aún puedo caminar por las calles. El alba suele sorprenderme en un banco de la plaza Garay, pensando (procurando pensar) en aquel pasaje del Asrar Nama, donde se dice que Zahir es la sombra de la Rosa y la rasgadura del Velo. Vinculo ese dictamen a esa noticia: Para perderse enDios, los sufíes repiten su propio nombre o los noventa y nueve nombres divinos hasta que éstos ya nada quieren decir. Yo anhelo recorrer esa senda. Quizá yo acabe por gastar el Zahir a fuerza de pensarlo y de repensarlo, quizá detrás de la moneda esté Dios.J.L.B.