Sobre la muerte
El Conquistador.
Oye, mi pequeño, no hay por qué temer a la sombra
porque nos recuerda que es sombra de luz. Oye bien, mi
chiquito, mi quetzal, no temas de la muerte porque ella
nunca nos toca: mientras tenemos la vida, la muerte nos
es ajena. Y cuando ella llega, ya no estamos ahí para recibirla.
Oye, mi pequeño, no hay por qué temer a la sombra
porque nos recuerda que es sombra de luz. Oye bien, mi
chiquito, mi quetzal, no temas de la muerte porque ella
nunca nos toca: mientras tenemos la vida, la muerte nos
es ajena. Y cuando ella llega, ya no estamos ahí para recibirla.